A menos de dos meses para la coronación de Carlos III como el nuevo rey de Inglaterra, ya son pocos los detalles que quedan por conocer. Ahora ha sido el turno de las coronas que el soberano lucirá en tan importante evento. Y es que, el hijo de Isabel II utilizará dos coronas diferentes.
De este modo, el próximo 6 de mayo lucirá, como ya es costumbre, la corona de San Eduardo en el acto. Esta está compuesta por oro macizo y piedras preciosas, y llega a los dos kilos de peso.
Posteriormente, tras la misa en la Abadía de Westminster, el monarca seguirá los pasos de Isabel II y portará la Corona del Estado Imperial. Será con esta última con la que el rey saludará a sus súbditos desde el balcón del Palacio de Buckingham.
La corona de San Eduardo, o Corona de Eduardo el Confesor, es la utilizada en las ceremonias de coronación de los reyes de Inglaterra. Por ello, es considerada como la pieza más importante de las joyas de la Corona británica. De hecho, fue otro rey llamado Carlos, Carlos II, quien mandó su creación en 1661. Esta está hecha en oro macizo, con incrustaciones de 3.093 piedras preciosas, entre las que figuran 2.783 diamantes, 17 zafiros, 277 perlas, 11 esmeraldas, 5 rubíes, además de turmalinas, amatistas, topacios y citrinos.
Por otra parte, la corona imperial se utiliza para las ceremonias de apertura del parlamento. Fue creada en 1838 para la coronación de la Reina Victoria. Esta es más ligera, de 1,28 kilos. Tiene cuatro diademas y se compone de 2.868 diamantes, 273 perlas, 17 zafiros, 11 esmeraldas, y 5 rubíes. En su parte superior se coloca una cruz patada y en su interior una capa de terciopelo.